– Del teléfono fijo al teléfono móvil

Martin Cooper, considerado el inventor del teléfono móvil. Dato curioso: dice haberse inspirado en el Capitán Kirk de la serie de ficción Star Trek,

La invención del teléfono revolucionó la forma en que nos comunicamos. La oportunidad de relacionarse y conversar con personas que no estuvieran físicamente en un mismo espacio ha sido uno de los avances más importantes que se han logrado. En aquella época, en el periodo del auge del teléfono fijo, resultaría difícil imaginar que ese gran invento que en su momento liberó a las personas ahora podría pensarse como una restricción: conversar por teléfono desde un lugar determinado fijo, no desde cualquiera. Con esto, es inevitable recordar a Manuel Castells que en el primer tomo de la Era de la Información hace referencia a cómo se ha modificado nuestra percepción del espacio y del tiempo.

El teléfono fijo modificó la percepción espacio-temporal de las personas porque utilizarlo implicaba, por primera vez, conversar con otra persona en tiempo real en lugares distintos (pero definidos).

A finales de la década de los noventa se comenzó a comercializar un nuevo teléfono: el teléfono móvil. Se trataba de un dispositivo incómodo, del tamaño de un ladrillo, sin colores y, quizás, con algún juego como snake; en otras palabras, algo que nadie en la actualidad cargaría.

Pero en ese entonces se trataba de un invento revolucionario: la percepción espacio-temporal no sólo tenía las implicaciones antes mencionadas de comunicar a dos personas en tiempo real, sino que ahora existía una libertad para lograr esta conexión. Esto libera a las personas de una restricción al lugar, así como genera desconocimiento del estado espacial actual de la persona con quien se comunica.

En el libro «¿Dónde estás? Ontología del teléfono móvil» (que se puede descargar aquí), su autor, Maurizio Ferraris, hace un análisis al respecto desde la pregunta ¿Dónde estás?, una pregunta inútil si se realiza a un teléfono fijo, pero una pregunta básica si se realiza a un teléfono móvil.

La libertad que supone el teléfono móvil trae consigo una mayor restricción, un mayor control, irónicamente. No es el dispositivo el que limita, sino que es la otra persona con quien se conecta la que lo hará. La distancia e incertidumbre que existe entre dos personas que se comunican es la que produce la necesidad de realizar más preguntas y establecer mecanismos intrínsecos de control.

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